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domingo, 12 de septiembre de 2010

¿Qué son realmente los lazos familiares?

Todo comienza con la promesa del amor eterno, con la alegría de compartir y los deseos de convertirnos en padres. O al menos, esa es la idea de todos al pensar en pareja y familia. Pero no sólo se trata de convertirnos en padres, es más bien ser capaces de formar a hombres y mujeres de bien. Éste es nuestro anhelo.

Por supuesto, en la vida nada está escrito. Muchos sueños llegan pronto, otros más tarde. La realidad puede ser distinta a la que hemos deseado. Aun así, en toda familia, sean muchos o pocos, sean solo hombre y mujer o incluso una madre y su bebé, existe un lazo fraternal. Se trata de ese sentimiento creado y tendido sobre esa relación.

Luz Marina Cortázar, psicóloga clínica y directora del Instituto de la Familia, nos explica de una forma sencilla que el lazo familiar es una relación de amor, que surge del afecto y se va fortaleciendo con la llegada de los niños. Más concretamente, la define como un vínculo afectivo que sólo existe entre los miembros de esa primera organización. Aquí surgen el valor del afecto, respeto, solidaridad, humildad, honestidad…

Ahora bien, ¿por qué resulta importante saber acerca de él? “La formación de nuestros hijos, al igual que las nuestras, está basada, en una parte, por las creencias heredadas”, comenta Ana Simó, psicóloga y presidenta del Centro Vida y Familia.

La sociedad forma los ciudadanos, pero el primer contacto del ser humano es con la familia. La importancia del cariño, tener vínculos fuertes entre sus miembros asegura, al menos en quienes van creciendo, una adecuada autoestima, independencia, capacidad de tomar decisiones, actitudes positivas y una buena proyección como ente social. Por eso, el rompimiento de ese lazo familiar produce inseguridad, dependencia emocional, falta de confianza en sí mismo e incluso vulnerabilidad en las relaciones afectivas futuras.

El verdadero deseo como padre y madre es hacer de nuestros hijos seres humanos de bien. Debe enseñárseles a distinguir entre lo que entendemos bueno y malo. Se trata de darle cariño, brindarles atención y dedicarles tiempo. Los lazos familiares influyen incluso en el liderazgo que pueda desarrollar como persona.

Ciertas rutinas de vida y costumbres dentro de la familia fortalecen la relación afectiva. Compartir, dialogar con los niños de forma abierta, permitirles ser auténtico y celebrar sus actitudes positivas son algunas medidas, respetando siempre el espacio de cada persona y haciéndoles sentir que está seguro, protegido y amado dentro del hogar.

En caso de divorcios:
Es recomendable recibir ayuda para tener un divorcio armonioso. Los progenitores no se divorcian de sus tesoros. Lo ideal es que cuando haya una separación, nunca se acabe la presencia constante tanto del padre como la madre para los niños. De lo contrario ellos crecerán con la idea de la carencia, no es importante; situación que puede afectar sus futuras relaciones de parejas, eligiendo en personas no adecuadas, o incluso que vean en ellas una relación de posesión.

La vida tiene ciclos y la familia como tal también lo posee. El primero es el noviazgo en el que se forma un lazo de amor y éste debe ser un periodo de descubrimiento de quién es nuestro compañero. Crear una familia no es difícil, pero sostenerla y educarla sí. Es entonces donde todo ser humano debe asumir esta responsabilidad cuando así lo ha elegido. Vale además aceptar a quienes amamos tal y como son; descubrir la magia de ser hombre y mujer, padre y madre, de vivir para nuestros niños y sonreír con la compañía querida. Los lazos de amor se sujetarán solos.

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